Seguro que cuando eras pequeño, o no tan pequeño, a ti también se te hacía la boca agua con algunas de las creaciones gastronómicas que aparecían en las películas de animación de nuestra infancia. Postres, desayunos y elaboradas comidas forman parte de algunas de las películas más famosas de dibujos y animación de los últimos años. En este artículo repasamos aquellas que siempre quisimos probar.

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1º. La tarta de manzana de Blancanieves
¿Quién de pequeño no soñaba con preparar esa rica tarta de manzana junto a la dulce Blancanieves y sus amiguitos del bosque? Durante la película vemos como la joven cocina una tarta de manzana que, siendo sinceros, tenía muy buena pinta.
2º El pastel de Alicia en el País de las Maravillas
Y siguiendo con las tartas y las películas de Disney, también merece una mención especial la tarta de “no cumpleaños” de Alicia en el País de las Maravillas. Un delicioso bizcocho rosa de cuatro pisos coronado por una vela de cumpleaños. ¡Imposible decir que no a un trocito de ese pastel!

3º El festín de la Bella y la Bestia
Desde luego la tarta y los pasteles de la película La Bella y la Bestia tampoco tenían mala pinta, ¿verdad?
4º Los espaghetis de La Dama y el Vagabundo
No nos podíamos olvidar de la famosa escena de la película de Disney La Dama y El Vagabundo donde los protagonistas comparten un buen plato de espaguetis con albóndigas a la luz de las velas.

5º Los Simpson y sus hamburguesas
La familia de dibujos animados favorita de muchas generaciones, los Simpson, lanzaron su primera película en 2007. En ella podemos ver desde apetitosas rosquillas hasta la archiconocida hamburguesa Krusty Burger. Desde luego, toda la comida que sale en esta película de la familia Simpson tiene “pintaza”. ¿Tú también soñabas con el sabor de esa hamburguesa?


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6º Ratatouille
Ratatouille también nos puso los dientes largos en su película con su receta del famoso plato ratatouille, un plato francés de verduras estofadas.

Aunque hayan pasado años desde que vimos por primera vez estas películas, apostamos a que todavía seguimos teniendo el recuerdo de haber pensando «ojalá fueran de verdad». ¡Qué viva la imaginación!