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Cumpleaños alcalaínos: el complutense que gobernó en media Europa

Esta es la historia de Fernando I, nacido en Alcalá de Henares y emperador del Sacro Imperio Romano Germánico

Felipe el Hermoso y Juana I de Castilla son los padres de uno de los alcalaínos más importantes de la historia. El 10 de marzo de 1503, una década después de que los Reyes Católicos tomasen Granada y Colón llegase a América, nació Fernando I de Habsburgo. Como tantos otros personajes clave del siglo XVI español, llegó al mundo en el Palacio Arzobispal de la ciudad complutense. Sigue siendo un gran monumento, pero entonces era uno de los palacios más importantes del Viejo Continente.

Fernando es el hermano pequeño de un emperador aún más famoso, Carlos I de España y V de Alemania. Precisamente su relación con él y cómo se reparten Europa condiciona toda la vida del complutense Fernando, tres años más joven que Carlos.

Fernando se crió en España, educado principalmente por su abuelo materno. Es decir, la mitad aragonesa de los Reyes Católicos, Fernando el Católico. Muchos nombres castellanos intentaron utilizar a Fernando, criado en España a diferencia de Carlos, como arma arrojadiza contra el hermano que ostentaba el poder. Sin embargo, Fernando no les acompañó en ese camino. Finalmente, Carlos se asentó con su residencia en Valladolid y mandó a Fernando a reinar en Bruselas -previa parada en Irlanda-, en 1518, cuando el alcalaíno tenía 15 años.

A partir de entonces Fernando empieza a amasar territorios bajo su mando, siempre con el beneplácito de su hermano. El centro de Europa empezó a ser suyo: la Alta y Baja Austria, Carintia, Estiria y Carniola, el Tirol, la Alta Alsacia y el ducado de Württemberg. Cabe destacar que alcanzó entonces el reinado de Bohemia (actual República Checa) y, aún más importante, Hungría. Se convirtió en Archiduque de Austria. Parte de ese capital político acabaría conformando el germen del Imperio Austrohúngaro, tan importante en la historia de Europa. 

Los grandes enemigos de Fernando, a los que se enfrentó junto a su hermano desde España, fueron los otomanos, que llegaron a las puertas de Viena, y los protestantes. Carlos acabó pagando la lealtad de su hermano convirtiéndole en emperador de todo el Sacro Imperio Romano Germánico en 1556 (cuando Fernando tenía 53 años), aunque ya mandaba en Alemania desde dos décadas antes. La parte española de los dominios de Carlos I y V fue para su hijo, Felipe II.

Cuando Fernando murió en 1564 sus dominios fueron repartidos entre sus hijos Maximiliano II, Fernando II y Carlos II. Años después, su nieto Fernando II de Habsburgo reunificó el imperio.